martes, 27 de octubre de 2009

El Che Guevara de los medios


Sostenerle el papel higiénico a Tato Bores afuera del baño, cuidar de los mínimos detalles de la dieta de Luciano Pavarotti para no perjudicar su delicado estómago o internarse en la Villa 31 de Retiro y ver cómo se vende droga son todos botones de muestra de la versatilidad de un hombre al que nunca nadie le ha podido decir que no.

Daniel Ditter tiene 53 años y más de 30 de trayectoria en la televisión argentina. Trabajó en los canales 13, 11, 7, 9 y 2, llegando a gerenciar los Estudios Pampa, durante la década de los 90. Pero su vida profesional comenzó conectando cables en un teatro de revistas.

De chiquito quería ser granadero. Pero una circunstancial amistad hizo que se introdujera para siempre en el mundo de la televisión. Tenía sólo 14 años cuando uno de sus amigos lo llamó por teléfono desde Canal 11 para decirle que lo necesitaban. A partir de ese momento, nadie pudo pararlo: fue productor de Tato, grabó los primeros capítulos de la Aventura del Hombre, rió con Jorge Guinzburg, lloró barriendo decorados.

Se dice apolítico porque no le gusta jugar al paddle ni tomar whisky. De ideas bolivarianas, se considera una especie de Che Guevara de los medios por su idealismo, y frente a las críticas, termina aceptando gustoso el ser rotulado como peronista. Su forma de ser ambigua es para él sinónimo de libertad, y cree que lo que hace vale la pena si le deja algo a sus cuatro hijas. Considera que planta árboles para no ver sus sombras.

No cree en los ídolos –para él nadie es bueno o malo todo el tiempo- pero admira a Mariano Moreno, a Artigas, a Evita y a Sean Mc Bride. Sanguíneo y pasional, su forma de ser le acarreó varios problemas a lo largo de su carrera profesional: en un medio en el que decir que alguien es buen tipo es perjudicarlo, supo mantener su corazón y sus sueños intactos.

Cuando terminó el secundario quiso ser abogado, pero su trabajo como camarógrafo lo obligaba a estar todo el tiempo de viaje, por lo que tuvo que abandonar momentáneamente su idea. Obstinado, retomó sus estudios a los cuarenta, pero se dio cuenta de que su fuerza de voluntad, su excelente oratoria y su capacidad de reacción tenían que verse plasmadas en la comunicación, y no en el litigio. Así fue como comenzó con la docencia.

Dicta clases en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica ENERC, en el Instituto Sudamericano para la Enseñanza de la Comunicación (ISEC), en Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER), en la Escuela Superior de Cine de Eliseo Subiela, en la Universidad de Belgrano y en la Universidad de Palermo.

Actualmente, trabaja en el piloto de un programa de su invención, “Diabladas, sucedidos y leyendas”, en el que se busca retornar a los orígenes para recuperar y revalorizar las raíces de cada pueblo, a través de los mitos, esas historias fantásticas que, según él, son perfectas para soñar.

Diabladas, Sucedidos y Leyendas (de Argentina)
Piloto (Parte 1)
¡Veánlo haciendo click en el link a continuación!

http://www.youtube.com/watch?v=jikfWUm96qA

martes, 6 de octubre de 2009

Entrevista a Fabiana Túñez, de la Asociación Civil La Casa del Encuentro


Fabiana Túñez es una mujer delgada, de pelo castaño rojizo corto, mirada penetrante pero dulce y voz enérgica. Al llegar a la Dirección General de Defensa del Consumidor –en donde trabaja de lunes a viernes- me hacen pasar a su oficina, un cuarto en el que apenas caben ella, sus ganas y las mil carpetas de formularios que transcribe a su computadora mientras atiende por teléfono a la producción de una radio provincial en la que todos los jueves hace una columna sobre género.
Fabiana es la Coordinadora General de la Asociación Civil Casa del Encuentro, un espacio feminista, social y popular en el que, junto con Ada Beatriz Rico y Marta Montesano, trabaja contra toda forma de violencia y discriminación hacia la mujer.

¿Cómo surge la idea de formar este espacio de lucha?

Éramos tres amigas que estábamos muy locas, que sentíamos que había una asignatura pendiente: construir un espacio feminista que fuera abierto, un espacio físico real, no virtual, en el que se le diera respuesta a la mujer concreta, la de carne y hueso.

¿Cómo fue concretarlo?

Siguiendo la lógica de un feminismo construido entre todas las mujeres pero de cara y con la sociedad, un día juntamos nuestros ahorros y abrimos una sede en Honorio Pueyrredón al 600. Empezamos de a poquito con un proyecto muy bien delimitado, que luego fue creciendo.

¿Qué actividades se realizan hoy en La Casa del Encuentro?

Tenemos talleres y grupos de asistencia y de fortalecimiento a las mujeres en situación de violencia. Acompañamos a las familias que están buscando a sus hijas víctimas de la trata de personas. Y tenemos la Carpa Itinerante de las Mujeres Contra Toda Forma de Violencia, que trasladándose lleva nuestro mensaje a diferentes lugares del país.

Ayer estuvieron frente al Congreso haciendo una radio abierta. ¿Cómo empezó esta actividad?


El 3 de abril de 2007 la Asociación Civil convocó a la primera marcha por las mujeres desaparecidas en democracia por las redes de trata para la prostitución. Desde ese entonces, el tercer día de cada mes se lleva a cabo esta movilización, con la participación y coordinación de diferentes grupos sociales y políticos.

¿Cómo participan los familiares de las nenas desaparecidas?

Se muestran las fotos, se aprovecha la instancia para difundir los casos a nivel de medios de comunicación. Ayer estuvo con nosotros el papá de Rocío Marini.
Por suerte pudimos sostener esta actividad, que sirve para instalar la temática y darles una tribuna a las familias que están buscando a sus hijas. Es un punto de referencia que ya está instalado, los 3 de cada mes hay un grupo de personas que lucha contra los molinos de viento y contra los intereses políticos y económicos de estas redes.

Ustedes hacen “arte político”. ¿Qué es eso?

Es una manera de llegar a nuestro auditorio desde una acción que habla más que miles de estadísticas.
La performance de la trata, por ejemplo, es un acto muy corto, de ocho minutos de duración, en el que hay una mujer encerrada en una red y una mamá que la está buscando. Cuando hay una ponencia, o algo muy formal, nuestra intervención en un principio siempre tiene que ver con algo que deja al auditorio sensibilizado.
Y es efectivo porque le hablamos a la persona, no al título.

¿Trabajan en conjunto con actores?

No, lo hacemos nosotras. Porque concebimos nuestro accionar con poner el cuerpo en lo que uno hace. Esto nos atraviesa: como mujeres, como personas, como víctimas de este tipo de violencias de género. Y ésa es nuestra idea: hacer que los demás sientan adentro suyo lo que hacemos, porque nosotras lo hacemos desde nuestro corazón.